…y un día me encontré que las letras me habían abandonado,
que se fueron y me dejaron solo, sin papel al que consolar.
Y mi fría alma, sin letras, huidiza, pensándose amante de
lunas y soles,
no podía salir, para plasmarse en tinta, y olvidarse al
tiempo y al espacio.
Y yo, buscándome las letras, avanzando de cierto pasado a
incierto futuro,
queriendo escribir mil maravillas, pero las letras me habían
huido,
Y yo me sentía
huérfano,
de letras,
pues las letras me habían abandonado.
Y no cejé en el empeño de seguirlas buscando.
Seguí, y seguí, y hasta seguí, cuando ni sabía que seguía.
Hasta que un día, fue la certeza la que me encontró,
la certeza de que las letras nunca me habían abandonado…
pues las letras siempre estuvieron… en tus ojos.