Me dicen que la verdadera vida está ausente,
que se perdió en una maraña de ecos
y que ya solo podemos verla con los ojos cerrados.
Que las medias verdades dejaron de ser mitad,
y se escaparon,
lejos, muy a lo lejos.
Y matamos su pérdida, y lloramos,
ríos de lágrimas que se pierden en la lluvia,
aunque mis ojos estén secos y empapados de piedad,
bañados por un humo con sabor antiguo
en el que dioses y mortales se mezclaban,
y creí encontrar a un dios,
pero resultó triste mortal.
Será que la verdadera vida está ausente
y las medias verdades resultaron mentiras completas.
Y yo, ¡oh yo! La peor de las mentiras.
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