Encontré la poesía,
quieta, en un rincón,
y me confesó que era
engaño,
que las palabras carecen
de sentido
y que los sentidos ya no
buscan las palabras.
Me susurró que se había
quedado muda,
ahogada por un mar de
emociones,
y me enseñó una infinidad
de vocablos
que se van a quedar
huérfanos por tu ausencia,
vagarán errantes hasta
que alguien los acoja
sabiendo que esa no es su
casa, no es su sitio,
que esas páginas les
resultarán extrañas
pues en las páginas que
deberían estar
es en la sonrisa,
formada por mis dedos,
en tus labios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario