Se perdió la poesía,
quieta, en un rincón,
las palabras sin sentido
despojadas de toda
emoción.
Sintiendo las páginas
pasar,
en marfil bañadas,
sin esencia a la que
brindar,
solo los minutos esquivos
de la ausencia de la
finalidad:
canalizarte en letras,
darte rienda suelta en
palabras,
adorar las curvas de las
vocales,
y sentirse escritor en
tus versos
llamarte musa y saberse
tocado
por tu divina inspiración,
que tiñe de rojo las páginas
y da vida a las palabras
que inquietas se mueven
entre frases
buscando amoldarse a su
sitio,
expresándote cuán
importante es el destino
queriendo acercarse, y
tocarte,
como si pudieran fundirse
contigo
volver a la fuente que
las creó,
que las liberó de la
pequeña prisión de la inmensidad
para encadenarlas a unas
hojas,
donde pudieran sentirse
pequeñas
y anhelar volver a ti
para campar a sus anchas
en tu lengua,
recorrerte de pies a
cabeza,
deslizándose por las
curvas de tus caderas,
tocando tu piel.
Y esperando, a volver a
estar en tus labios,
para que vuelvas a
liberarlas de tu todo,
y yo pueda encadenarlas a
unas páginas
para volver a
regalártelas,
y que vuelvan a ti,
siempre a ti.
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