Solo tus recuerdos en el cielo,
pues ya no estás,
y yo estoy aquí,
agarrándome al mástil de mi barco
que navega en un mar
hecho por mis lágrimas.
Y mi barco aguanta tempestades,
y los embistes de lluvia y viento,
y yo estoy muerto de miedo
pues no sé nadar,
pero sigo aquí,
de pie y desafiante,
capeando el tiempo.
Y cuando escuche tus palabras en el horizonte,
sabré que todavía quedan muchos mares que atravesar
y muchos más puertos en el agua.
Y tormentas, lluvias y viento,
y, quizás, un radiante sol reflejado en el agua.
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