Y es en la tumba donde terminan todos los amores,
a dos metros bajo tierra, solamente solos,
con todas las sonrisas y los gozos robados,
enterrados, para siempre, en algún lugar.
Y su rostro, más bello que una Afrodita
tocándome con su gracia inmortal,
dime, destino,
¿por qué le dieron un corazón que es puro invierno?
Y en su pecho se esconde la tumba de todo amor,
en el que seré otro viajero más.
Así que, traedme mi mortaja,
dadme mi pala, y dejadme mi sudor,
que cuando haya cavado mi fosa,
cuando las lluvias me empapen, y los truenos me acompañen,
bajo tierra me quedaré,
frío como tu corazón.
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